Estos son sus quesos más importantes, los mejores quesos suizos.
Appenzeller
El Appenzeller se elabora en la región de Appenzellerland ubicada en el noreste de Suiza desde hace más de siete siglos. Su característica principal es el baño en salmuera a base de hierbas, especias, vino e incluso coñac, que se aplica en la superficie de la rueda al principio de la maduración. Las piezas pasan de 7 a 12 meses en bodegas de maduración y se van lavando con la receta secreta a lo largo del tiempo. Su sabor fuerte y picante lo hace uno de los quesos suizos más deseados. Está repleto de aromas herbáceos y florales, con un sabor intenso y salado que se equilibra con cierto dulzor lácteo, creando un queso con un final persistente. Es excelente para preparar el plato tradicional suizo rösti, así como para rellenar el schnitzel de ternera y hornear sobre verduras asadas.
Emmental
El Emmental AOP es un queso con una larga historia de producción que se remonta al siglo XII. Se elabora a partir de leche cruda de vaca con ruedas que pueden pesar más de 100 kilos. Debido a los grandes agujeros que se desarrollan durante la maduración, es uno de los quesos más reconocibles del mundo y galardonado con la codiciada designación AOP (appellation d'origine protégée) en el año 2000. Lo podrás encontrar en ocho diferentes grados de maduración, que van desde un mínimo de cuatro meses hasta más de 14 meses. En cuanto al sabor, no son demasiado salados ni ácidos. Destacan por ofrecer sabores profundos con toques de avellana y mantequilla. Este queso es una excelente opción para preparar una fondue o para servir sobre carnes o verduras a la parrilla.
Gruyère AOP
El Gruyère AOP es quizás el queso más famoso de Suiza. Su producción comenzó allá por el siglo XII, y se elabora con leche cruda de vaca, necesitando unos 300 litros de leche para crear una rueda de 30 kilos. Estas piezas pasan 24 horas en agua salada para ayudar al proceso de maduración, y luego se almacenan en una bodega durante tres meses para establecer el proceso de envejecimiento. En cuanto al sabor, va cambiando a medida que la rueda madura. Las versiones de entre seis y nueve meses tienen una textura y sabor más suave, lo que lo hace excelente para fundir. Las piezas de “reserva” se maduran durante más de 10 meses, y tienen sabores más profundos e intensos, perfectos para servir en una tabla de quesos. El Gruyère marida con una amplia variedad de sabores, desde frutas frescas y miel silvestre hasta mostaza. También funciona muy bien con vino.
Raclette du Valais
El Raclette du Valais AOP se produce en el corazón de los Alpes Suizos, en el cantón de Valais. El queso se elabora con leche cruda de vaca y cada rueda se envejece durante tres meses en bodegas de maduración. Esto le da una textura semi-fuerte y densa. Aunque se suele usar para cocinar, también se puede disfrutar por sí solo. Para una experiencia auténtica, se recomienda acompañarlo con castañas asadas, carnes frías y una copa de vino.
Tête de Moine
El Tête de Moine AOP se ha producido desde hace más de 800 años en Suiza Occidental. Se dice que el nombre cambió a finales del siglo XVIII, cuando se empezó a almacenar en el monasterio, donde cada rueda recordaba a las cabezas calvas de sus residentes. Cada rueda envuelta en papel de aluminio pesa aproximadamente un kilo y suele comprarse entera o en mitades. En cuanto a su sabor, tiene notas y aromas a hierbas alpinas y especias, junto con sabores a avellana y nuez. Son excelentes para servir en una tabla de quesos, así como para cocinar.
