Si eres fanático del queso, ¡tienes que probar a maridarlo con vino! Ya sean vinos blancos, tintos, jóvenes o incluso reserva, siempre es posible hallar un queso que combine a la perfección con esta bebida. No obstante, es cierto que hay que conocer ciertas claves para acertar con este maridaje. Y nosotros te las vamos a enseñar todas, para que no tengas jamás ni una duda. No solo tu paladar disfrutará con todo lo que aprendas hoy, sino también todos tus invitados a partir de ahora.
Cada queso tiene su tipo de vino
Lo primero que debes saber es que no todos los quesos van bien con todos los tipos de vino. Depende mucho de la acidez del vino en cuestión, así como del sabor y la maduración del queso. No solo eso, sino que también influye la denominación de origen, la raza del animal… ¡Hay que tenerlo todo en cuenta! Sobre todo, porque hay infinidad de posibilidades a la hora de maridar queso y vino. La clave es intentar buscar un vino que no contradiga el sabor concreto de eso queso, que tengan buena química.
Antes de continuar con nuestras recomendaciones, es importante señalar que a la hora de maridar es fundamental tener en cuenta tus gustos personales. Porque puede que un tipo de vino encaje a la perfección con un queso concreto, pero a ti no te guste su sabor. Así que te recomendamos que, dentro de las opciones que vamos a dar, vayas probando hasta encontrar la que mejor encaje contigo.
Como pautas generales, debes saber que lo ideal es no combinar quesos suaves con vinos fuertes, porque acabaría por dominar la bebida ante la comida. Y si vas a poner una rueda de quesos, aventúrate con diferentes tipos de vino. ¡Será una grata experiencia culinaria!
Por maduración del queso
Uno de los factores determinantes a la hora de maridar queso y vino es el grado de maduración del queso. Porque, al final, este marca también la suavidad o la intensidad del queso en cuestión.
Queso fresco
Para esta variedad de quesos, de gusto neutro, los vinos frescos, jóvenes y poco complejos son los compañeros ideales. Puedes elegir entre un Chardonnay, Riesling, Verdejo…
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Queso tierno
En el caso del queso tierno, lo mejor es apostar por vinos blancos, ligeros, frescos y que complementen bien ese sabor suave que traen este tipo de quesos. De esta manera, conseguirás que ambos sabores encajen a la perfección en tu paladar, permitiéndote degustarlos los dos.
Un Chardonnay también puede ser una gran alternativa: espumoso, suave y con un suave toque a roble que hará que la experiencia sea totalmente única.
Los quesos tiernos de cabra y vaca, de leche pasteurizada y textura blanda o semiblanda, como los de tetilla, nata de Cantabria, l’Alt Urgell y La Crendanya, entre otros, se acompañan bien de vinos blancos secos.
Los vinos blancos jóvenes afrutados resultan ideales para combinar con quesos de vaca y cabra de pasta blanda y corteza enmohecida. En esta categoría puedes incluir quesos como el Camembert, Brie, el Majorero o parecidos.
Los vinos rosados también ofrecen buenos resultados para maridar quesos tiernos. Los rosados gozan de una buena potencia aromática con notas de frutas frescas, como la fresa o los cítricos, pero también frutas con hueso como el melocotón, la cereza o el albaricoque. A su paso por boca se muestran sabrosos, con toques un poco amargos que se integran bien en la acidez del vino y les aportan una gran personalidad.
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Queso semicurado
Pasamos al queso semicurado, cuyo sabor tiene algo más de intensidad que el anterior. Y, en este caso, no hay nada como un buen vino blanco seco. Esta bebida tiene algo más de cuerpo y fuerza, permitiéndote así equilibrar el sabor del semicurado.
Los quesos semicurados de oveja como manchego, idiazábal, zamorano y serrat acompañan bien a los vinos blancos secos en barrica. Los vinos blancos de Navarra, elaborados con chardonnay y crianza de unos ocho meses en barrica de roble francés, muestran aromas potentes y a su paso por boca recuerdan a las especias dulces, a frutas maduras y algo de acidez.
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Queso Curado
En cuanto al queso curado, es innegable que dispone de un sabor mucho más complejo que los que hemos mencionado anteriormente. ¡Y también tiene más potencia! Y es por eso por lo que necesita un vino con más cuerpo, como un vino tinto crianza. Si ha madurado durante un cierto tiempo en barrica, maridará a la perfección con este tipo de comida.
Los quesos de cabra y de vaca muy curados como los payoyo o mahón añejo combinan muy bien con vinos blancos fermentados en barrica. Los quesos curados de oveja como el queso manchego, quesos ahumados (San Simón da Costa, palmero e Idiazábal). Los riojas blancos que han fermentado en barrica maridan bien ya que se trata de vinos frescos con algo de buqué. Están elaborados con las variedades viura y malvasía. Les aportan aromas intensos de flores de campo, de frutas blancas, como el melocotón y la pera. A su paso por boca se muestran equilibrados, grasos y carnosos.
Los quesos muy curados y de fermentación intensa (aracena, acehúche y cabrales) se acompañan bien de los vinos andaluces más típicos como son los finos y los manzanillas. Los finos son vinos generosos, elaborados con uvas de la variedad palomino, producidos por el sistema tradicional de criaderas y soleras en velo de flor, que presentan aromas punzantes, con toques de almendra, suaves y salinos. A su paso por boca se muestran secos, poco ácidos, punzantes y algo amargos. Las manzanillas son muy aromáticas, con un paso de boca ligero, poco ácido, algo salino y amargo. Un delicado buqué fresco y largo al paladar con recuerdos a aceitunas.
Los quesos muy curados de leche cruda de cabra y oveja, como ibores, tronchón y castellano, maridan bien con amontillados andaluces y olorosos. Los amontillados, reyes de los vinos generosos, se obtienen tras someter a los buenos finos a una crianza oxidativa durante muchos años. El resultado puede definirse como una sinfonía de sabores en la boca: sabroso, seco, persistente, y de aromas penetrantes. Los olorosos, sometidos a crianza oxidativa, de color caoba oscuro, se obtienen por la lenta oxidación de la materia colorante del vino base. Presentan un aroma potente y un paso de boca persistente, muy marcado de frutos secos (nueces).
Los tintos de crianza se consideran ideales para acompañar quesos curados de cabra y muy curados de vaca (grazalema) y quesos muy curados de oveja (manchego y castellano). Los vinos de crianza, de cualquier denominación, por regla general han pasado de seis a 12 meses en barrica de roble (según lo estipulado por los Consejos Reguladores de las DD.OO.). Además, permanecen reposando en la botella hasta el tercer año tras su elaboración antes de salir al mercado. Se trata de vinos de aromas a frutas rojas y especias, que a su paso por boca se muestran suaves, algo tánicos, untuosos, equilibrados y cálidos, de postgusto prolongado.
De igual modo, los vinos tintos de reserva acompañan bien a los quesos de oveja, cabra y vaca curados y muy curados. Los vinos de reserva que existen en España, debido a su sabor potente, maridan bien con los quesos citados. Son vinos que permanecen en barrica un mínimo de doce meses (depende de las normas que dictan los distintos Consejos Reguladores de las DD.OO.) y reposan en botella hasta el cuarto año de su elaboración. En nariz presentan aromas dulces de frutos rojos y negros maduros, vainilla, ahumados, tostados, café, cacao, minerales, etc. En boca se muestran frescos, de gran estructura, con notas agradables de maderas finas, frutas rojas y negras. Persistente, redondo y sabroso.
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Queso viejo
No hay queso más intenso que el queso viejo, y merece, sin duda, un vino tinto o un vino gran reserva. Es un maridaje apto solo para los más atrevidos, pero que traerá consigo toda una explosión de sabores en el paladar. ¡Te recomendamos que te atrevas a probarlo!
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Queso azul
Entre las variedades de quesos azules, puedes sorprenderte con vinos tintos y vinos dulces o semidulces. Con estos últimos se crea un contraste del azúcar con la salinidad y un leve toque picante. Esta mezcla sibarita es ideal para las papilas gustativas. El queso azul se convierte en un postre.
Algunos vinos dulces que maridan bien con quesos azules son Pedro Ximénez Andalucía, Oporto, Jumilla DOP… También puedes probar estos quesos con vinos espumosos. La cremosidad del queso azul se entrega de manera elegante y sutil en el paladar gracias a las burbujas.
Por raza animal
No solo la maduración del queso marca el tipo de vino que se debe elegir, sino también la raza del animal. Y, en base a eso, queremos darte algunas recomendaciones.
Queso de cabra
Si hablamos de un queso fresco de cabra, te recomendamos que apuestes por un verdejo de Rueda, o vinos que sean jóvenes y tengan un aroma afrutado. Porque esto realzará notablemente el aroma propio de este queso, y hará que notes con todo lujo de detalles sus distintas tonalidades de sabor.
También puedes probar con vinos blancos que sean algo más secos, para así contrastar con la acidez propia del queso de cabra.
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Queso de oveja
El queso de oveja y el vino tinto crianza casan a la perfección, como notarás desde el primer momento. Y es que este tipo de queso es intenso, graso, y estos vinos pueden ser el complemento perfecto para hacer que tu paladar goce como nunca.
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Queso de vaca
Por último, no podemos olvidarnos del queso de vaca. Dependiendo de su maduración, puede que prefieras apostar o bien por un vino blanco o bien por uno tinto. Como ya hemos señalado antes, cuanto más intenso sea el sabor del queso, ¡más debe serlo el del vino!
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Por D.O.P. del queso
Hay algunos tipos de quesos que cuentan con lo que se conoce Denominación de Origen Protegida; esto viene a señalar que su producción debe darse siguiendo unas pautas concretas, y siempre en una región específica. Vamos a mencionar a continuación algunos de los más conocidos y, además, los vinos con los que pueden maridar bien.
Cabrales
El queso Cabrales es azul, proviene de Asturias y tiene un sabor tan intenso como característico. Para notar todos sus matices, te recomendamos apostar por un vino tinto joven, incluso con ciertos toques afrutados.
Gamonedo
Continuamos con otro queso azul, también procedente de Asturias: el Gamonedo. A diferencia del anterior, en este caso podría ser una mejor alternativa un vino tinto crianza. Al tener algo más de cuerpo y estructura, disfrutarás mucho más la combinación de sabores.
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Manchego
El queso manchego es, en sí mismo, una auténtica delicia. Y si le sumas un buen vino tinto crianza, notarás cómo tu paladar prácticamente se derrite ante la combinación. Si quieres sorprender gratamente a tus invitados, ¡esta es una apuesta ganadora!
Parmesano reggiano
¿Has probado alguna vez el parmesano? Es un queso típico italiano, al que un tinto con buena acidez y un cuerpo medio acompañará a la perfección. Para los más atrevidos, y los que disfrutan con los sabores potentes, ¡será una auténtica maravilla!
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Zamorano
Por último, terminamos con el queso Zamorano, parecido al Manchego. Este marida mejor con un vino tinto joven, incluso algo frutal, puesto que su sabor es ligeramente menos intenso.
Vinos para fondue de queso
¿Y si lo que quieres hacer es una buena fondue de queso? En ese caso, tanto un Sauvignon blanc como un Chardonnay podrían ser todo un éxito. Son vinos blancos algo más secos, que armonizan muy bien con el queso fundido y su cremosidad.
Pese a que estas son nuestras sugerencias, te recomendamos encarecidamente que experimentes y disfrutes del placer tanto del queso como del vino.
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Vinos para una tabla de quesos
El maridaje de los sabores no está sujeto a reglas concretas y una tabla de quesos. La frase “sobre gustos no hay nada escrito” puede considerarse el mejor consejo a la hora de maridar alimentos y bebidas. Sin embargo, también es cierto que algunos quesos potencian su sabor y resultan más agradables al paladar acompañados de ciertos vinos.
El inconveniente de maridar con vinos una tabla de quesos lo determina la variedad que se dispone en ella. Por ejemplo, una tabla con queso de oveja seco, queso de cabra y un queso azul requeriría de tres vinos diferentes. Uno para cada queso. Una regla que suele dar buenos resultados estriba en acompañar los quesos con vinos de su misma región.
Maridajes innovadores
En el mundo del maridaje, hay espacio para la creatividad y la experimentación. Más allá de las combinaciones clásicas, hay un universo de posibilidades que pueden sorprender a tu paladar.
Por ejemplo, ¿has probado alguna vez un queso azul fuerte con un vino dulce como el Sauternes? Esta combinación puede ser una revelación, donde la intensidad del queso se equilibra perfectamente con la dulzura del vino. Otro maridaje interesante es un queso de cabra fresco con un vino tinto ligero y afrutado como un Beaujolais. Aquí, la acidez del queso y la frescura del vino crean un contraste delicioso. No tengas miedo de experimentar con sabores y texturas; a veces, los maridajes más inesperados resultan ser los más memorables.
Consejos finales para servir y degustar queso y vino
Para disfrutar al máximo de tu experiencia de maridaje, considera algunos consejos prácticos a la hora de servir.
Primero, asegúrate de que los vinos y los quesos estén a la temperatura adecuada: los vinos blancos y rosados deben estar frescos pero no helados, mientras que los tintos deben servirse ligeramente por debajo de la temperatura ambiente.
En cuanto a los quesos, sácalos del refrigerador al menos una hora antes de servirlos para que puedan expresar todo su sabor y aroma. Al cortar el queso, intenta que cada trozo incluya una parte de la corteza, para que tus invitados puedan apreciar todas las texturas.
Finalmente, cuando estés degustando, prueba el queso antes del vino en cada maridaje. Esto te permitirá apreciar cómo el sabor del vino se transforma y complementa el sabor del queso. Recuerda, el objetivo es disfrutar y explorar, así que relájate y deja que tus sentidos te guíen.
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